El presente material tiene como objetivo establecer lineamientos para el desarrollo de clases orientadas al judo infantil con enfoque competitivo. Es fundamental destacar que nuestro principal objetivo es el desarrollo integral del judoka, por sobre los resultados inmediatos en torneos. Buscamos generar una base sólida de habilidades técnicas y tácticas, corrigiendo falencias fundamentales y preparando a los niños para un tránsito eficiente hacia los planteles competitivos y, posteriormente, hacia los niveles superiores de entrenamiento.
Este documento presenta lineamientos generales y ejemplos prácticos que sirven como guía para la planificación de las clases. Sin embargo, el aporte y criterio de cada profesor en su propio dojo sigue siendo el factor más relevante, ya que cada judoka es único y cada grupo requiere adaptaciones específicas. La intención es brindar herramientas que faciliten un trabajo técnico-táctico consciente y estructurado, promoviendo hábitos de aprendizaje, disciplina y crecimiento progresivo en el camino competitivo del judo infantil.
El Jumbi Undo, o ejercicios preparatorios, constituye la base de toda clase de judo infantil. Su objetivo principal no es solo calentar el cuerpo, sino preparar de manera específica los músculos, articulaciones y reflejos que luego se utilizarán en las técnicas y desplazamientos. Una adecuada gimnasia preparatoria permite:
Prevenir lesiones, movilizando y fortaleciendo articulaciones y músculos.
Mejorar la movilidad y coordinación, facilitando desplazamientos y técnicas.
Potenciar la conciencia corporal, favoreciendo el equilibrio y la postura.
Elementos principales:
Movilidad articular: rotaciones y estiramientos dinámicos de cuello, hombros, codos, muñecas, caderas, rodillas y tobillos.
Activación aeróbica: trotes suaves, cambios de dirección y saltos para preparar el sistema cardiovascular.
Juegos y dinámicas: persecuciones, relevos o simulaciones de técnicas a baja intensidad que combinan diversión y desarrollo de reflejos.
Las caídas (ukemis) son un aspecto esencial en la formación del judoka infantil. No solo garantizan seguridad y confianza en la práctica, sino que además constituyen la base para movimientos más complejos en etapas posteriores.
Es fundamental que los chicos puedan caer hacia todos los lados (frontal, lateral, posterior y rodando), desarrollando reflejos automáticos que reduzcan el riesgo de lesiones y mejoren su disposición al contacto.
Además, en esta etapa se deben incorporar destrezas corporales complementarias como medialunas, verticales o giros, que favorecen la coordinación, la orientación espacial y la creatividad en el movimiento. Estas habilidades son claves en el progreso futuro, ya que:
· Facilitan esquives y giros durante arrojos (ejemplo: un tomoe nage esquivado con medialuna).
· Permiten adaptaciones en el aire para caer frontalmente o girar durante un lance y evitar la puntuación.
· Refuerzan la confianza y la disposición a arriesgar movimientos, base del aprendizaje técnico-táctico en categorías mayores.
En síntesis, el trabajo de caídas y destrezas no debe limitarse a un aprendizaje mecánico, sino que debe apuntar a formar judokas hábiles, seguros y creativos, con recursos corporales suficientes para enfrentar situaciones más complejas en el futuro.
El trabajo de desplazamientos (shintai y tai sabaki) constituye la base de todo el judo de pie. Un judoka infantil debe aprender a moverse con seguridad, manteniendo el equilibrio y la postura adecuada, ya que de esto dependerá la eficacia de sus futuros ataques y defensas.
El objetivo principal en esta etapa no es la velocidad, sino la correcta ejecución de las direcciones de trabajo, evitando errores como el cruce de piernas, los saltos innecesarios o los movimientos que generen desequilibrios.
1. Con elementos
Se pueden utilizar recursos simples, como un cinturón doblado sostenido por las puntas. Esto permite que los chicos trabajen los desplazamientos sin depender todavía del kumikata, enfocándose en la tracción, el empuje y el acomodamiento de su propio cuerpo. Además, facilita la introducción al principio del desequilibrio (kuzushi) de una manera lúdica y accesible.
2. Sin elementos
En corta distancia y con el compañero, los chicos deben experimentar las distintas direcciones de movimiento sin perder el eje ni la estabilidad. Aquí se introduce el trabajo de giros y tai sabaki, siempre cuidando que los pies se mantengan pegados al piso, evitando cruces o saltos que rompan la postura.
3. Con uke y sin uke
Sotai renshu (con compañero): trabajos guiados en pareja, donde se combinan desplazamientos con cambios de dirección para reconocer el peso y reacción del otro.
Tandoku renshu (en solitario): trabajos de sombra que permiten al judoka fortalecer la propiocepción y adquirir automatismos de postura y equilibrio.
En conclusión, el entrenamiento de desplazamientos en esta etapa debe ser variado, progresivo y enfocado en la calidad del movimiento antes que en la intensidad, buscando que el niño incorpore hábitos de postura, equilibrio y control que le servirán para toda su carrera en el judo.
En la etapa infantil su enseñanza debe priorizar la comprensión de los agarres básicos y, a partir de allí, abrir el camino hacia distintas variantes.
El objetivo es que el judoka no dependa de un solo agarre, sino que aprenda a adaptarse, reconociendo cuándo una toma es favorable para atacar, cuándo resulta útil para defender, y cómo los cambios de agarre pueden modificar la dinámica del combate.
En síntesis, el trabajo de kumikata en judo infantil debe plantearse como un espacio de exploración y aprendizaje estratégico, donde los chicos comprendan que el agarre no es solo un punto de contacto, sino un recurso fundamental para construir ataques, defenderse y adaptarse a cada situación de combate.
Cuando hablamos de preparación técnica en judo, solemos centrarnos en las tres fases clásicas de un lance: kuzushi (desequilibrio), tsukuri (preparación) y kake (proyección). Sin embargo, limitarse a esta división puede llevar a perder de vista que, para que una técnica se ejecute de manera efectiva, existe un conjunto de fundamentos previos que resultan igual o más importantes.
Un buen desequilibrio no es posible sin un kumikata sólido y un desplazamiento eficiente. De la misma manera, una preparación sin postura correcta pierde efectividad, y una proyección sin control del centro de gravedad propio y del compañero difícilmente alcanzará el resultado esperado.
Por eso, la preparación técnica debe entenderse como un entramado de habilidades básicas (postura, desplazamiento, kumikata, equilibrio) que se combinan y se ponen en juego en cada intento de técnica.
En el judo infantil, este enfoque es fundamental: más que enseñar a los chicos a encadenar las tres fases de un lance de manera aislada, debemos ayudarlos a reconocer cómo cada fundamento sostiene al siguiente. Así, el aprendizaje se vuelve progresivo y completo, y la técnica no se concibe como un movimiento único, sino como el resultado de un proceso integral de preparación.
En conclusión, la preparación técnica no debe ser vista como un paso intermedio entre el desequilibrio y la proyección, sino como la síntesis de todos los elementos básicos trabajados en la clase, aplicados de manera consciente a la ejecución de cada técnica.
En el entrenamiento de suelo muchas veces se trabaja de manera aislada, enfocándose en inmovilizaciones o volteos. Sin embargo, gran parte de los principios que utilizamos en tachi waza pueden y deben ser incorporados también al ne waza, potenciando la efectividad de los trabajos y reduciendo el esfuerzo innecesario.
· Desplazamientos en suelo
Así como en pie no se concibe una técnica sin un desplazamiento correcto, en el suelo también es necesario aprender a moverse con fluidez alrededor del compañero. Ejercicios de desplazamiento en diferentes direcciones, sobre un uke en postura de banco o en situaciones estáticas, ayudan a desarrollar movilidad, control y capacidad de ataque desde distintos ángulos.
· Desequilibrio en ne waza
El concepto de kuzushi no se limita al combate en pie. Entender cómo desequilibrar a un compañero que se encuentra en el suelo permite que las transiciones y los volteos se realicen con mucho menos esfuerzo, optimizando la eficacia de las técnicas y evitando la lucha de fuerza.
· Kumikata en suelo
Del mismo modo, el kumikata no debe pensarse solo de pie. La elección del agarre adecuado en el suelo puede marcar la diferencia entre lograr o no un volteo, una inmovilización o un control efectivo. Desarrollar variedad de tomas en posiciones básicas ayuda a los chicos a comprender que el agarre es una herramienta estratégica también en el trabajo de suelo.
· Cambio de defensa a ataque
Un aspecto clave en el ne waza infantil es aprender a transformar una situación defensiva en ofensiva. La capacidad de pasar de una postura de defensa a una acción de ataque depende de los mismos fundamentos: un buen desplazamiento que genere espacio, un desequilibrio oportuno para desestabilizar al compañero, y un kumikata adecuado que permita iniciar la transición. Este hábito enseña a no “quedarse pasivos” en el suelo, sino a buscar soluciones dinámicas que conviertan la defensa en oportunidad.
En conclusión, incorporar al ne waza los mismos fundamentos que se entrenan en tachi waza (desplazamiento, desequilibrio y kumikata) permite que los judokas infantiles comprendan el judo de manera más integral, reconociendo que los principios son comunes y que la diferencia entre pie y suelo está en la aplicación, no en la lógica de los movimientos.
En este capítulo presentamos algunas técnicas de volteo aplicadas en ne waza. La intención no es limitar ni condicionar la práctica a una cantidad reducida de recursos, sino ofrecer ejemplos básicos que sirven como punto de partida para el trabajo en el dojo.
Se incluyen dos videos que muestran situaciones muy utilizadas en los planteles de entrenamiento, seleccionadas por su claridad y aplicabilidad. A partir de estas referencias, cada profesor tiene la libertad y apertura necesaria para incorporar nuevas variantes, enriquecer las combinaciones y adaptarlas a las características de sus judokas.
El objetivo es que el volteo se comprenda no solo como un recurso para ganar la posición en el suelo, sino como parte de un proceso más amplio de construcción táctica, donde la técnica elegida depende del desequilibrio, el control y la oportunidad generada.
El trabajo de repetición es fundamental para afianzar las bases y automatizar movimientos. En ne waza, los uchikomis no deben quedar relegados: son una herramienta clave para que el judoka pueda incorporar técnica, velocidad y seguridad en la ejecución.
Un punto importante es la ambidiestralidad: muchas veces observamos judokas que, para trabajar desde su “lado bueno”, hacen dar toda la vuelta al compañero en banco, perdiendo tiempo en la transición y limitando la eficacia del entrenamiento. Para evitarlo, debemos incorporar la entrada por ambos lados desde el inicio de la formación, buscando que el judoka gane soltura, adaptación y continuidad sin importar la posición.
Los uchikomis en ne waza, entonces, deben trabajarse de manera sistemática, con foco en la calidad técnica, la repetición consciente y la variabilidad. Cada profesor, según las necesidades de su grupo, podrá ampliar el repertorio de ejercicios, pero el objetivo general debe ser el mismo: construir bases sólidas para que el judoka resuelva con naturalidad desde cualquier situación.
El presente trabajo fue elaborado en conjunto entre las áreas de Entrenamiento de Juveniles y Enseñanza, a cargo de los profesores Edgardo Antinori, Gastón Viglione, Raquel Abud y Alan Busnelli. Nuestro objetivo fue alinear algunas bases formativas que consideramos indispensables para que los judokas infantiles lleguen a las prácticas de plantel con una estructura técnica más sólida. De esta manera, buscamos que los entrenamientos sean más efectivos, requieran menos correcciones y, sobre todo, que el desarrollo técnico proveniente de cada dojo tenga continuidad y se potencie.
Este documento no representa un cierre, sino un punto de partida. A futuro iremos sumando trabajos que aborden temas complementarios al judo competitivo infantil, como nutrición, organización horaria, descansos, preparación física y otros aspectos que hacen al desarrollo integral de nuestros judokas.
Queremos agradecer a los judokas, a sus familias, a los profesores y a los directivos de la Federación por su acompañamiento, e invitarlos a seguir colaborando en las áreas técnicas con el fin común de fortalecer y mejorar el judo en Santa Fe.